EL PLACER DE ACABAR ALGO

Un boli BIC, un cuaderno, un mechero… Hay cosas que te producen un especial placer cuando consigues acabarlas sin perderlas. Afilar un lápiz hasta que ya no puedes sujetarlo bien es de los placeres más baratos de la vida (sí, sí, lo sé: vivo al borde del abismo). A lo mejor es porque son cosas baratas y fácilmente sustituibles. Muchas veces requiere menos esfuerzo comprar un lápiz nuevo que buscar el viejo que hemos traspapelado.
Me queda un afeitado en mi barra de jabón. Ha viajado conmigo hasta Escocia, donde vivió tres meses, y volvió a Jerez, donde ha sobrevivido otros siete. Es una barra normal, de infantería. Hay miles como ella en las estanterías de todos los Mercadona de España. ¿Se puede sentir algo por una barra de jabón? Creo que son los japoneses los que dejan los zapatos bien ordenados cuando se los quitan, con mucho agradecimiento por haberlos llevado a todas partes durante el día. Algo así hago yo cada vez que coloco mi jabón de afeitar en su sitio de la estantería del cuarto de baño.
Me queda un afeitado en mi barra de jabón. Ha viajado conmigo hasta Escocia, donde vivió tres meses, y volvió a Jerez, donde ha sobrevivido otros siete. Es una barra normal, de infantería. Hay miles como ella en las estanterías de todos los Mercadona de España. ¿Se puede sentir algo por una barra de jabón? Creo que son los japoneses los que dejan los zapatos bien ordenados cuando se los quitan, con mucho agradecimiento por haberlos llevado a todas partes durante el día. Algo así hago yo cada vez que coloco mi jabón de afeitar en su sitio de la estantería del cuarto de baño.