Maldita sea la china
Hace un par de semanas apareció una caja con mis cintas viejas. Calculo que debe de haber unas 300. La encontró mi mujer y me llamó para pedirme permiso para tirarlas. Al fin y al cabo, llevaba cerrada más de ocho años, y se supone que si te pasas ocho años sin acordarte de algo es que no te hará mucha falta… Le pedí que se las trajera a casa con la intención de echarles un vistazo rápido para reducirlas a seis o siete, es decir, las maquetas que conservo del grupo que tenía en la adolescencia (que es mu mala).
Lo que pasa es que abrir la caja y cambiar de opinión fue todo uno. Las tengo desde cuando hacía la carrera, algunas de antes. Qué tiempos aquellos en los que se podía ligar con una cinta de varios. Si te la currabas podía llevarte horas (la cinta, digo). No existía el "acceso directo", como anunciaban cuando apareció el CD, y en las excursiones rebobinábamos con el boli BIC. Y me he vuelto a encontrar con las TDK, las SONY, las Maxell (mis favoritas) y con las de cromo, que eran para cuando podías darte el capricho.
Antes oía más música. Desde que abrí la caja, he vuelto a disfrutar oyéndola.
Pero me tengo que deshacer de ellas. La culpa la tiene la china, o bueno, la japonesa que ha escrito el libro ese sobre el orden en casa. Realmente uno no necesita tantas cosas para vivir, en especial si se han pasado años en una caja. Así que las voy escuchando por última vez, una a una. Del radiocasete van a la bolsa de reciclaje. Están cantando por última vez, cómo un ruiseñor moribundo.
Maldita sea la china.
Lo que pasa es que abrir la caja y cambiar de opinión fue todo uno. Las tengo desde cuando hacía la carrera, algunas de antes. Qué tiempos aquellos en los que se podía ligar con una cinta de varios. Si te la currabas podía llevarte horas (la cinta, digo). No existía el "acceso directo", como anunciaban cuando apareció el CD, y en las excursiones rebobinábamos con el boli BIC. Y me he vuelto a encontrar con las TDK, las SONY, las Maxell (mis favoritas) y con las de cromo, que eran para cuando podías darte el capricho.
Antes oía más música. Desde que abrí la caja, he vuelto a disfrutar oyéndola.
Pero me tengo que deshacer de ellas. La culpa la tiene la china, o bueno, la japonesa que ha escrito el libro ese sobre el orden en casa. Realmente uno no necesita tantas cosas para vivir, en especial si se han pasado años en una caja. Así que las voy escuchando por última vez, una a una. Del radiocasete van a la bolsa de reciclaje. Están cantando por última vez, cómo un ruiseñor moribundo.
Maldita sea la china.